3 may 2007

INQUIETUDES SEXUALES

Sus inquietudes (sexuales) más ocultas
Los desasosiegos que un hombre experimenta entre las cuatro paredes del dormitorio se podrían equiparar a ese resquemor que despiertan en él los miembros más “plastas” de su familia: el que no hable de ellos no quiere decir que no existan. Para empezar, la extendida idea de que ellos no dan vueltas a las cuestiones sexuales porque se limitan a seguir “su instinto animal” es bastante desatinada. Igual que una mujer puede tener las mismas necesidades sexuales que un hombre, ellos son perfectamente capaces de mostrase autocríticos y preocuparse tanto como las mujeres. El problema reside en lo siguiente: si los chicos no suelen facilitar demasiados datos sobre sus emociones, lo harán aún menos cuando se trate de asuntos de cama. Hemos acudido a expertos y a los propios hombres para descubrir algunas de sus inquietudes más comunes –y otras menos habituales– y ofrecerte consejo sobre cómo lidiar con ellas. Las siguientes estrategias están diseñadas para mantener bajos sus niveles de estrés… y altas vuestras libidos. “No sé cómo decirle que eso que hace en la cama no me emociona nada (de nada)” Ningún hombre quiere correr el riesgo de ganarse la antipatía de su compañera sexual, así que si una de tus técnicas pensadas para excitarlo no funciona, seguramente él preferirá quedarse callado antes que aventurarse a decírtelo y tal vez molestarte. Incluso si le preguntas de modo directo, es muy probable que tampoco diga la verdad. ¿El motivo? Muchos hombres les dicen a las mujeres lo que creen que ellas quieren oír. Allánale el camino convirtiendo el asunto en un juego. El premio del ganador será llevar la batuta en el encuentro sexual. Una idea: “Hazle una apuesta que estés segura de perder –sugiere Ian Kerner, autor de Ellas llegan primero: el libro para los hombres que quieren complacer a las mujeres (Aguilar). Puede ser algo tan simple como proponerle echar un pulso–. Cuando gane, dile juguetonamente que estarás a su disposición durante lo que quede de noche”. Si lo enuncias de este modo, él no se sentirá incómodo dándote directrices. “Es una manera de hacerle confesar lo que realmente desea sin que se sienta presionado”, añade Kerner. Y mientras continúe la acción nocturna, recuérdale de vez en cuando –durante los besos, el sexo oral, etc.– que debe guiar cada uno de tus movimientos, de modo que se sienta libre de darte la información necesaria. “Quizá no le guste mi técnica oral” Te lo creas o no, la mayoría de los hombres disfruta haciendo un cunnilingus a sus chicas, pero también les preocupa no practicarlo de forma correcta. Y como no tienen poderes extrasensoriales pero sí cierta sensibilidad, en cuanto respondes positivamente a algo que estén haciendo bien, continuarán practicándolo. Cuando te haya satisfecho, muéstrale hasta qué punto su boca te conduce al éxtasis devolviéndole el favor. Seguramente se sentirá aún más dispuesto a ofrecerte un bis si sabe lo dispuesta que estás a corresponderle como merece. ¿Y si está fingiendo? “Me gustaría ‘hablar sucio’ durante el sexo, pero no quiero asustarla” La manera más obvia de hacerle saber a tu chico que te encanta que te susurre pequeñas obscenidades es empezando el diálogo tú misma. Bueno, tampoco necesitas recrear la banda sonora de una película porno… Simplemente decirle que te gusta lo que te hace o contarle al oído lo que le tienes preparado (en un tono suave y sexy, por supuesto) bastará para acabar con sus dudas… y volverlo loco de excitación. Un modo más discreto de hacerle saber hasta dónde estás dispuesta a llegar es proponer una pequeña conversación sobre sexo. Puedes hacerlo durante los juegos previos o incluso antes de meteros en la cama. Pídele que te cuente una fantasía sexual o que te describa su escena sexy favorita de película (tiene una, seguro). Luego, cuéntale tú la tuya. Además, explícale por qué te excita tanto. Las palabras que uses y las explicaciones que des sobre qué te “pone” y qué no le servirán de guía para descubrir cuál es el aro por el que no estás dispuesta a pasar. Y toda esa estimulante conversación puede que os inspire a la hora de abordar otras prácticas. “Creo que finge” El orgullo que siente tu chico por su nueva televisión de plasma no es nada comparado con lo mucho que le importan sus habilidades como amante. De ahí que sea especialmente importante hacerle saber cuándo logra ponerte a cien –mediante gemidos o diciéndole lo mucho que te gustó “eso”–. Pero, del mismo modo que le halagas, también debes reunir el valor para comunicarle cuándo te ha dejado indiferente. Pase lo que pase, ¡no finjas! Porque si lo que está intentando no funciona, querrá saberlo para probar algo distinto. Ayúdale poniendo tu mano sobre la suya y mostrándole cómo te gustaría que te tocara. Para empezar, acariciarte a ti misma ya es de por sí un gesto muy excitante; pero es que, además, ver cómo te haces cargo de tu propio orgasmo y te muestras tan desinhibida en su presencia aumentará la seguridad que tiene en sí mismo. Si eres directa cuando él no sea capaz de llevarte sobre una nube hasta la meta, estará más dispuesto a creer que no finges cuando le jures que has alcanzado un orgasmo mítico. Sin embargo, seguirá habiendo momentos en los que sabes que da igual cuánto lo intentéis, porque no vais a conseguirlo. En ese caso, toma el control de la situación de modo que tu chico no os agote a ambos tratando de llevarte al clímax. Colócate sobre él y despliega tus mejores trucos destinados a convertirle en el centro de atención. De esta forma, cualquier miedo o ansiedad que tenga sobre tu placer se disipará. “Tengo la sensación de que ella quiere mimos después del sexo, pero a mí sólo me apetece dormir” Durante el orgasmo, el cerebro libera un flujo de hormonas que provoca el deseo de prolongar el contacto íntimo tanto en hombres como en mujeres. Los chicos, sin embargo, también eyaculan, lo cual les provoca más somnolencia que ver un maratón de culebrones.
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